Desde la Mesa Vitícola de San Juan reivindicamos la lucha por un precio mínimo, que nos permita cubrir los gastos y seguir invirtiendo en nuestros campos. Sin embargo, manifestamos expresamente nuestro desacuerdo en las formas que algunas entidades eligen alzar su reclamo.
Fijar precios reales para la cosecha de la uva se volvió una tarea titánica y el debate parece no tener fin, decisión que afecta directamente la rentabilidad de los productores y la sostenibilidad del sector vitivinícola. Establecer precios justos permite a los agricultores cubrir costos de producción, reinvertir en mejoras y mantener la calidad del producto, contribuyendo así al desarrollo económico y la estabilidad del mercado.
En enero se concretó la reunión de los principales representantes de las agrupaciones vitivinícolas de San Juan y Mendoza y resolvieron pactar los siguientes precios bases para las distintas variedades: las uvas criollas y mezclas se deberían comercializar a 0,37 dólares, las “blancas A” a 0,75 dólares, las “blancas B” a 0,50 dólares, las “tintas A” a 0,70 dólares y las “tintas B” a 0,50 dólares. La realidad que se impone en plena cosecha es otra completamente diferente, con una oferta de los bodegueros que alcanzan topes de $220 pesos argentinos y pisos de $170.
De esta manera, para lo que es uva criolla hay cinco bodegas que impusieron los 220 pesos y plazos de pago que van desde mayo/junio hasta agosto/septiembre, con un anticipo entre los 30 y 40 pesos por kilo. Por su parte, la oferta de una bodega caucetera en particular no supera los $170, pactada en tres pagos para los meses de mayo, junio y julio. El problema de esta ambigüedad radica en que aquellas que abonan más alto el valor no pueden captar a todos los productores locales.
A esta compleja realidad se le suma la polémica marcha que puso en jaque la unidad del sector vitivinícola, realizada el miércoles 21 en la provincia de Mendoza. Desde la Mesa Vitícola acompañamos activamente el reclamo, en referencia a que el precio que hoy ofrece la industria por la uva no está acorde a la realidad que se vive. Esto es porque todos los costos han subido un 200% y para uva están ofreciendo solamente un 60-70% más que el año pasado, significando un desfasaje bastante importante. “Además, estamos transitando un período de reorganización de variables macroeconómicas que justo nos engancha a los productores en plena cosecha y fijación de precios, con lo cual probablemente salgamos muy perjudicados”, agrega Pablo Martín, presidente de la Mesa Vitícola.
Sin embargo, desde la entidad expresamos nuestro desacuerdo en la metodología del reclamo, que ya no tiene asidero en esta Argentina. Creemos que una lucha con argumentos, desde el respeto y la negociación de los términos entre las partes es la única forma de encontrar consensos y la solución a los problemas que nos tocan afrontar como sector productivo. Desde la Mesa Vitícola de San Juan reivindicamos la formulación de propuestas y la generación de diálogos con industriales y gobierno a fin de lograr la rentabilidad de la cadena vitivinícola.