A la preocupante coyuntura político/económica que mantiene en vilo a toda la cadena productiva nacional, se suma la incertidumbre que genera el futuro con la restricción de las importaciones vigente. Esto se da, esencialmente, porque son muchos los componentes necesarios que provienen del extranjero. La Cámara de Proveedores de la Industria Vitivinícola (Caprivi) señala que tanto productores como bodegueros se encuentran actualmente con dificultades para abastecerse de insumos para la próxima cosecha, debido a complicaciones en los pagos y en las autorizaciones de las SIRA. Con este panorama, el sector se ve seriamente amenazado en un mediano plazo.
El conflicto se origina en la demora de las aprobaciones de las “Solicitudes de Importación de Insumos” (SIRA) para adquirir suministros del extranjero y en las restricciones para realizar transferencias financieras. Si los proveedores no pueden pagar los productos, no pueden venderlos, lo que genera una cadena de retrasos en la liquidación y dificulta las relaciones comerciales.
En el sector bodeguero, por ejemplo, un problema particularmente grave se manifiesta en la escasez de corchos, ya que la obtención de las SIRA para importarlos es particularmente difícil. El dramatismo de esta realidad se origina en que el 80% de los productos vinícolas utilizan corcho. Sumado el dato no menor de que el 60% de los tapones de este material utilizados en Argentina se importan. Entonces, esta situación representa una seria amenaza para la industria en caso de no resolverse en el corto plazo.
Este tema ya fue expuesto ante el Gobierno nacional por el actual presidente de la Coviar, Mario González. Se dio a partir de una reunión con el actual ministro Economía y responsable facto de la conducción del país, Sergio Massa, para expresar sus preocupaciones al respecto.
Además, la expectativa por el ballotage y la incidencia de los gobiernos electos en las provincias vitivinícolas están a tope. Se espera que tanto unos como otros propongan un profundo plan de estabilización para abordar las variables macroeconómicas y que se produzcan discusiones y cambios significativos en la cadena de valor de la uva en Argentina, al igual que las políticas públicas que afectan transversalmente a toda la industria.
A pesar de los desafíos actuales, hay optimismo en el sector: se espera que el 2024 sea un año de impronta nacional, tanto en términos de volumen como de calidad.



